En mi humilde opinión, basada en mi experiencia, es más importante que puedas ajustar el instrumento a tu forma de tocar que el precio de éste, partiendo de la base de que hoy en día los bajos económicos no son la pesadilla de los de hace unos años y algunos son instrumentos musicales de verdad.
En el grupo donde tocaba el bajo se me insistía bastante en usar un Rickenbacker 4001, precioso bicharraco que estéticamente pegaba en extremo con el estilo de la banda, pero que resultaba ser bastante desastroso en cuestión de ajustes y sonido. Digamos que era muy difícil hacer que sonase redondo, y en un concierto a 40º las cuerdas se separaron tanto del mástil que casi no acabo el concierto, si hubiese sido mío lo habría estrellado y hecho astillas contra el escenario.
¿Bonito?, muchísimo, pero un desastre como instrumento.
Cuando me harté de la tontería de la imagen y su puta madre utilicé mi Epiphone Viola, y ese me lo llevé a ensayos, conciertos, y siempre me dio lo que le pedía, comodidad, estabilidad y buen sonido.