Este tema es en realidad un artículo en el que describo detalladamente el proceso de restauración de un Rickenbacker que nuestro compañero Josecomeron tuvo la confianza de enviarme para su recuperación.
Es un texto largo, y puede que pesado en algunos puntos, así que no os culparé si no lo aguantáis hasta el final. De todas formas, confío que sea interesante para alguien.
Josecomeron se puso en contacto conmigo hace aproximadamente unos dos meses con la intención de saber mi opinión sobre un Rickenbacker de los 80 que tiene. El bajo le había llegado hace un tiempo en un estado bastante lamentable, con lo que lo llevó a arreglar a una tienda muy conocida por todos nosotros (que no revelaré). Allí se lo dejaron más o menos en condiciones, pero el ajuste seguía siendo espantoso, y el sonido no le convencía lo más mínimo.
Nos pusimos de acuerdo respecto a las cosas que se le podían hacer al bajo, y me lo envió a Barcelona para que yo me pusiera manos a la obra.
Esto es lo que pasó.
PRIMER DIAGNÓSTICO

El Rickenbacker en cuestión parecía un 4003 de 1981, según el número de serie.
Sabía que era del 81 porque la base de datos de Rickenbacker así me lo confirmaba, sin embargo no me cuadraba que fuera un 4003, aunque en la chapa de la pala lo pusiera claramente.

Lo que no me cuadraba, era que todos los componentes no eran de un 4003 de esa época. Ni el golpeador, ni el puente, ni la pastilla del mástil, ni el horseshoe…era obvio que a ese bajo le habían metido mano, y mucha, pero…si le habían cambiado tantas piezas, podían haber cambiado también la placa de la pala, y si era así, podía tratarse de un 4001.
Entonces…¿que modelo era realmente, un 4003, o un 4001?
La respuesta llegó al quitar la placa con el logo

Tachán….! No hay tornillos para ajustar el alma. Mis temores se confirmaron. Era un 4003!!
Por qué temores? Os preguntareis. Pues porque si era un 4003, como acababa de confirmarse, significaba dos cosas:
1 – que las modificaciones sufridas eran muchas más que las que parecían en un principio
2 – que el alma del mástil era de las peores que podía encontrar en un Rickenbacker.
Os lo voy a explicar:
El alma de un 4003 anterior a 1984 se ajusta mediante unas tuercas situadas debajo del golpeador, lo cual ya de por sí es un sistema muy malo, pero es que además el sistema de alma es del mismo tipo que los 4001, es decir, que el alma no actúa sobre la curvatura del mástil al apretarla, sino que hay que corregir la curvatura de forma manual, y tensar el alma mientras se mantiene forzado el mástil en esa posición.
Digamos que es un sistema bastante pedestre de hacer el ajuste, que sólo tiene una ventaja: que el ajuste es permanente.

Pero es que además habían otros problemas añadidos, y que afectaban a la forma como se debía restaurar el bajo:
El golpeador había sido sustituido por un golpeador moderno, que es de otras medidas y no se ajusta bien a este bajo, en consecuencia había quedado desplazado hacia la derecha unos 5 mm. Quedando descentrado de su posición original. Esto hacía que la pastilla del mástil no quedara alineada con las cuerdas perjudicando el sonido, y que además el golpeador tocase el borde del cuerpo, dando una imagen bastante fea.
El puente también había sido cambiado por uno nuevo, y estaba tan mal ajustado, que las cuerdas quedaban a casi 10 mm del diapasón. Para colmo tampoco estaba bien alineado con el mástil, por lo que las cuerdas quedaban torcidas.
Este puente, además, tenía la espuma del mute mal puesta, y sin pegar a su placa, con lo que estaba suelta y a veces tocaba las cuerdas sin desearlo.

Para colmo, el mástil estaba tan curvado y desajustado, que la acción era tremendamente incómoda en todo su recorrido. Las cuerdas cerdeaban en los primeros trastes, y estaban tremendamente altas en los últimos. Esto era en parte culpa de que la cejuela se había limado para recibir cuerdas más gruesas, y ahora las que llevaba quedaban demasiado hundidas en las muescas.
A simple vista, el bajo necesitaba muchos arreglos, pero todavía me faltaba mirar dentro.

Allí encontré la respuesta a las chapuzas exteriores.
La electrónica estaba hecha un desastre. Algunas soldaduras estaban sueltas, como la que llegaba del jack estéreo. Los potes estaban estropeados, unos iban demasiado duros, y otros estaban sueltos y hacían mucho ruido. El cableado, antiguo, tenía una configuración poco frecuente, es posible que al arreglarlo cambiaran alguna conexión de sitio. Y la toma de tierra estaba suelta.
Con el nuevo golpeador, los potes no cabían en el routing de la electrónica, por lo que no había quedado más remedio que desplazarlo y hacer agujeros nuevos.
El puente había sido atornillado con un leve desplazamiento, a fin de evitar los agujeros de los tronillos anteriores, pues algunos estaban rellenos con los restos de los tornillos viejos, que se habían roto al sacarlos.
Finalmente, todo el bajo estaba salpicado de rascadas y partes desconchadas sin barniz, el cual, además estaba mate y deslucido a causa del tiempo, sobretodo en el diapasón, donde los trastes estaban medio oxidados, y el barniz daba muestras de estar muy desgastado.
Ante este panorama, me puse en contacto con el propietario para acordar con él el alcance de la restauración, ya que el trabajo era más del que habíamos previsto en un principio.
Con la amabilidad y cordialidad habituales de nuestro compañero, José me dijo que tirara adelante a mi discreción, pero que él le daba prioridad al sonido y a la comodidad antes que a la estética, y que en estos momentos el sonido no le gustaba y el bajo le parecía muy incómodo.
Era una difícil decisión, ya que en gran parte el sonido dependía de cómo estaba montado el bajo, así como su ajuste, que dependía directamente de eso. De modo que me lancé a arreglar todo lo que consideré imprescindible, confiando en tomar las mejores decisiones sobre la marcha.
ARREGLANDO EL ASPECTO EXTERIOR
Como siempre, empecé desmontando el bajo completamente, y tapando todos los agujeros con varilla de madera.

Allí dónde había un tornillo roto, lo saqué con mucha paciencia. Esta es una operación muy engorrosa y que exige mucha calma.


Para tapar los agujeros hay que encolar varillas de haya en cada uno de ellos. En los agujeros de los tornillos del puente, las varillas son mas gruesas, para que el agarre sea mayor.
Una vez seca la cola, se lijan las varillas hasta rasarlas con el resto del cuerpo.
Con todos los agujeros rellenos de madera, limpié el bajo completamente, devolviendo el lustre al barniz y sobre todo al diapasón y los trastes.
Esto lo hice a mano, con pulimento Rossignolo.


La verdad es que el aspecto había cambiado mucho sólo con eso.
Ya podía volver a colocar el puente, pero antes había de modificarlo adecuadamente.
EL PUENTE DEL 4003 ANTIGUO
El puente que llevaba el bajo no era un puente original Rickenbacker, sino un clon. Estos clones son más baratos, y van muy bien, pero no son exactamente iguales que los originales.
La diferencia más importante está en la placa que lleva el mute. En los originales está curvada, para que la espuma se adapte a la altura de las cuerdas. Lleva una pieza de neopreno pegada a esta placa, y además un remache inferior donde se fija el cable de masa.
Por supuesto, el clon que llevaba instalado este bajo no tenía todo esto, así que tuve que modificarlo.
En estas fotos vemos a la derecha un puente clon nuevo, y a la izquierda el que yo acababa de arreglar.

El remache del cable de masa sirve para asegurar un contacto perfecto y permanente

Y la espuma de neopreno se colocó exactamente igual que como la llevan los Ric originales, ya que ningún puente clon lleva esta espuma puesta correctamente (a la derecha un mute original de Rickenbacker).

Finalmente un detalle muy importante. Los puentes de los 4003 anteriores a 1984 llevan siete tornillos, por lo que a este le tuve que perforar los agujeros adecuados para que pudiera instalarse exactamente de la misma manera. De hecho, el cuerpo llevaba los agujeros correspondientes a este puente con 7 tornillos, así que era indudable que lo necesitaba.
A la izquierda nuestro puente, en comparación con uno moderno, a la derecha.

Ahora ya podía instalar el puente y la pastilla con el horseshoe.

Con el bajo en estas condiciones, pude poner las cuerdas nuevas y ajustar el alma, que era algo que deseaba hacer desde el principio, pues no sabía lo que me iba a encontrar.
AJUSTANDO EL ALMA
Recordemos que el alma se ajusta mediante dos tuercas colocadas bajo el golpeador, por lo que no podía hacer esta operación con el bajo completamente montado.

El primer paso fue aflojar las tuercas completamente y engrasar todas las roscas.
Con el alma floja, y las cuerdas puestas a medio tensar, se sujeta el bajo al tablero mediante unos sargentos, de modo que el mástil sobresalga de la mesa.
Y ahora viene lo difícil.
Este tipo de alma no actúa sobre el mástil, sino que el mástil se ha se tensar a mano. Esto se hace poniendo una mano sobre la pala, y forzando el mástil hacia abajo de forma que las cuerdas toquen los trastes en toda su longitud. Esto significa hacer bastante fuerza sobre la pala, pues el mástil tiene tendencia a curvarse hacia arriba debido a la tensión de las cuerdas.
Así, forzando el mástil hacia abajo, se tiene que tensar el alma con la otra mano hasta que la tensión de las varillas mantenga el mástil en la posición que hemos conseguido al presionar sobre la pala.
Imaginaos la escena, teniendo en cuenta que la operación la hacía yo solo.
Con una mano fuerzas el mástil hacia abajo, y con la otra aprietas las tuercas con una llave fija a través de las cuerdas. Un chiste.
Pero no os riais, que no lo hice así. Lo que se hace es poner un peso colgando de la pala, que hace el mismo efecto que la presión que haríamos con la mano, de forma que podamos trabajar cómodamente tensando el alma.
Cuando la tensión de las varillas es la suficiente como para mantener el mástil en esa posición por sí solo, podemos decir que lo hemos conseguido. Esto, en estos mástiles, es muy complicado porque las varillas suelen estar deformadas, las maderas muy viejas, y las tuercas presionan sobre una placa metálica que suele incrustarse en la madera haciendo que la presión de los tronillos pierda juego.
En definitiva, un trabajo muy delicado.
Lo idóneo es sacar las varillas y sustituir completamente el sistema, pero en este caso no se pudo hacer. Las varillas estaban tan incrustadas en la madera, que se corría el riesgo de dañar el diapasón en la operación, y ya había acordado con el propietario del bajo que intentaría a toda costa que las reparaciones no tuvieran un coste excesivo. Así que esto de cambiar el alma…era sencillamente inviable.
Afortunadamente el mástil se enderezó correctamente, lo que me alivió muchísimo.
Al tensar las cuerdas para afinarlo, el mástil se termina de colocar en posición, quedando perfectamente ajustado. Si las cuerdas quedan demasiado bajas por falta de curvatura del mástil, basta con aflojar un poco el alma para que todo quede en su sitio. Si por el contrario quedan demasiado altas, hay que volver a forzar el mástil y apretar un poco más.
En este caso el alma no se podía tensar más, pues estaba al límite y forzar podía significar romper la rosca, de modo que la acción conseguida esa la máxima que podía lograrse.
Por suerte pude dejarlo con una acción de unos 4 mm de altura entre cuerdas y diapasón, lo cual era una altura incomparablemente mejor que la que tenía originalmente al llegar.
Me habría gustado dejarla en 3mm, pero fue imposible, y la verdad es que en estos bajos antiguos, forzar más es muy arriesgado, así que pude darme por satisfecho.
No todo fue gracias a la tensión del alma, de todos modos. Como dije al principio, la cejuela tenía los surcos demasiado grandes, y las cuerdas no quedaban a la altura correcta. El remedio fue hacer otra cejuela entera. Eso ayudó a mejorar la altura de las cuerdas en los primeros trastes.
Finalmente, aumenté los surcos de las selletas, pues estaban demasiado altas, hasta conseguir que las cuerdas se alinearan correctamente en su altura respecto a los trastes.
Ya tenía el bajo ajustado. Lo cual era muy importante, tocaba meterse con la electrónica.
CAMBIANDO EL GOLPEADOR
Como os decía al principio, este bajo había sido arreglado un tiempo atrás, cambiando el golpeador por uno nuevo que había obligado a desplazar la pastilla ligeramente hacia la derecha.
El motivo de tal arreglo fue que el bajo venía originalmente con pastillas Seymour Duncan, y al nuevo dueño no le gustaban nada, por lo que mandó quitarlas y colocar otras originales de Rickenbacker. Sin embargo la operación no se hizo demasiado bien.
Para empezar el golpeador nuevo hacía que los potenciómetros no entraran correctamente en el hueco de la electrónica, obligando a que quedara desplazado. Eso desalineaba la pastilla del mástil, y todo el conjunto quedaba fuera de su posición.
Además, y eso era muy importante para mi espíritu purista, el golpeador de los 4003 anteriores a 1984 eran de dos piezas, no como los nuevos que son de una. Aquí una foto de un 4003 de la misma época.

Este era otro reto a resolver.
Lo primero que hice fue pedir el golpeador original a Jose, con la intención de usarlo, pero cuando me llegó a casa descubrí que esa idea no era factible.
Para empezar el golpeador viejo no era un golpeador original de Rickenbacker, sino una mala imitación de las que venden sueltas, fabricadas en celuloide blanco y con los cantos biselados. Una pieza que queda bastante mal cuando la ves puesta.

Además, y eso era lo peor, el hueco donde va la pastilla había sido agrandado para dar cabida a la Seymour Duncan que llevaba inicialmente, así que esa pieza era inutilizable.

El golpeador moderno de una pieza tampoco podía recuperarlo, por culpa de la posición de los potenciómetros.
O hacía más grande el hueco de la electrónica, o hacía un golpeador nuevo.
Al final me decidí por hacer uno nuevo.
Lo que hice fue dibujar el perfil del golpeador en Autocad, imprimir en papel vegetal, y comprobar varias veces la posición de los tornillos y el perfil de la pieza con respecto al bajo, consiguiendo finalmente un perfil idéntico al que tienen estos golpeadores antiguos.
Esto me llevó varias pruebas.


Comparando con fotos de otros 4003 de esa época, y usando el perfil del golpeador original que había quedado marcado en el barniz del cuerpo, pude sacar una forma que coincidía exactamente con ese perfil y con los agujeros de los tornillos originales.
Cuando tuve la plantilla exacta, lo mande cortar al láser en metacrilato blanco de 2 mm.

Todo encajaba perfectamente, y la pastilla del mástil entró sin problemas en su ventana.

Ahora ya podía dejar el golpeador montado, mientras trabajaba con la electrónica.

MODIFICANDO LA ELECTRÓNICA
Bien, veamos lo que pasó aquí.
Cuando cambiaron las pastillas Seymour Duncan para ponerle las originales, desmontaron la electrónica parcialmente, y algo hicieron mal.
Para empezar el técnico que hizo la modificación no tenía mucha idea. Si nos fijamos en los vástagos de los potenciómetros vemos que han sido numerados del 1 al 4 para no perderse al volver a montarlo. Mala señal.

Además, había dos cables sueltos que no se sabía dónde iban conectados.
La configuración era antigua, pero con soldaduras nuevas puestas en posiciones modernas.
Todo en conjunto resultaba bastante desaliñado y desordenado, por lo que me vi obligado a hacer un esquema de la circuitería y compararlo con los esquemas de los 4003 de esa época y con los modernos.

Finalmente, tras comprobar que los potes no funcionaban correctamente, y que el cableado era mejor rehacerlo, me decidí por volver a montar toda la electrónica desde cero.
El dilema era ¿con que esquema?
La lógica me pedía hacerlo con el esquema de la época, pero el propietario del bajo me había dicho que su prioridad era el sonido, y que el sonido que tenía ahora no le gustaba. Es cierto que los Ric antiguos tienen un sonido más suave que los modernos, así que pensé que lo mejor era huir de los sonidos antiguos. Finalmente me decidí por recablear con la configuración moderna, pues los Rickenbacker modernos tienen mucha más pegada, y confiaba que con un sonido más potente, Jose quedaría más contento.
Así que me puse manos a la obra y compré todos los componentes.
El problema fueron los potenciómetros.
Los potes originales de Rickenbacker son un modelo CTS que la empresa encarga expresamente al fabricante. Estos potes sólo pueden conseguirse a través de Rickenbacker, en Santa Ana.
En un principio mi idea era poner potes de 330k, que son los que montan los Rics actuales, pero hablando con Robbie, el propietario de RickySounds, uno de los grandes expertos en Rickenbacker del Reino Unido, me recomendó utilizar 500K para el tono, y 250K para el volumen, tal como utilizaban originalmente los Ric antiguos, y que según él es mejor idea que usar los de 330K.
Así que escribí a Santa Ana y les pedí los potes originales de 500 y 250K.
Resulta que Rickenbacker monta en sus bajos unos potes de serie que son de buena calidad, pero suministra otros potes, mucho mejores, para cambiar los de serie por esos.
Lo mismo hace con los condensadores, y con algunos componentes más, de forma que puedes mejorar tu guitarra añadiendo componentes de mejor calidad que los de serie, pero que te ves obligado a comprar sueltos. Curiosa forma de hacer negocio.
El hecho fue que los potes originales de Rickenbacker costaban unos 15 euros cada uno, y que no había forma de que los mandaran a España porque la empresa no sirve fuera de USA.
RickySounds, que es mi alternativa en Europa para componentes de esta marca , no tenía potes, así que no me quedaba otra opción que ponerme en contacto con un amigo que está en USA para que recibiera allí el paquete de Santa Ana y me lo reenviara a España.
Ante tales dificultades, compré un lote de potenciómetros con vistas a usarlos en el futuro, y me puse a esperar pacientemente.
Lo potes tardaron más de un mes en llegar a Barcelona, pero finalmente llegaron sanos y salvos.

Estaba tan impaciente por acabar este bajo que esa misma noche monté toda la electrónica.

Para conseguir un sonido más potente en graves, monté condensadores Orange Drop, y como dije antes, configuré con el cableado moderno.


Ya solo quedaba montarlo todo y probarlo.



CONCLUSIÓN FINAL
Las diferencias respecto al bajo que llegó originalmente eran brutales.
El sonido es mucho más definido, con graves muy potentes y agudos claros y suaves.
Los Orange Drop entregan unos graves gruesos muy bonitos, y el timbre Rickenbacker se ve muy beneficiado con ello.
El mástil tiene una acción muy cómoda, y si bien habría querido conseguir más, no es normal que un bajo de estos, de esta época, permita acciones todavía más bajas, de modo que el ajuste es muy bueno.
El mástil de estos bajos suele pecar por tener algún punto muerto. Es un problema muy conocido en los Rickenbacker antiguos, y se debe a la tensión de la doble alma.
Lo normal es intentar eliminarlos mediante ajustes de ambas varillas, pero no siempre es posible, sobre todo en estas almas tan antiguas que se ajustan tan mal. Este bajo tenía un punto muerto cuando llegó a mis manos, pero una vez ajustado había desaparecido.
Estuve probando con varios amplificadores y ecualizaciones para ver si quedaba algún problema, y según con que ecualización parecía tener una nota muda en la segunda cuerda, pero luego al intentar modificar el ajuste para eliminarla no se reproducía, y con otros amplificadores no se repetía nunca. Así que doy por hecho que no existe tal problema y que el mástil está bien equilibrado.
Con la correcta alineación de las pastillas, la señal ha mejorado mucho, y ahora tiene más salida.
El puente con 7 tornillos recupera el espíritu de los viejos 4003, y se evita el problema del levantamiento de la parte posterior del cordal por culpa de la tensión de las cuerdas. Es un problema que Rickenbacker todavía tiene y que no han sabido (o no han querido) resolver.
El golpeador de dos piezas ha quedado perfecto, y también sirve para recuperar el espíritu de los viejos 4003. Ahora es un bajo al que se le ha devuelto la dignidad de pertenecer a una serie que estuvo muy pocos años en el mercado, y que fueron los precursores de los 4003 que ahora conocemos.
En definitiva. Otro trabajo muy interesante que me ha permitido recuperar otro excelente Rickenbacker para un compañero del foro. Agradezco a Josecomeron la confianza depositada, y confío que esté satisfecho con el trabajo recibido.
Gracias a todos por leer hasta aquí.





