Vamos a ver, este hilo era para echar pestes de los muermos esos de krusngnosequé, (que hasta el nombre es postureta, cojones), y no a poner a parir a Jaco, a los Beatles, ni (muchísimo menos) a la mismísima Sabrina Salerno. Ruego por tanto a los señores foreros que se abstengan de difamar a estos dioses y limiten sus críticas a los pelmazos que originaron el hilo. O en otras palabras, rajen ustedes exclusivamente de quienes a mi no me gustan, gracias.
Dicho esto, que el jazz es en términos generales más complejo que otros géneros me parece algo indiscutible para cualquiera que algunas vez se haya tomado en serio estudiar música. A ver, cualquier estudiante con talento le bastan como mucho un par de años de práctica para tocar con solvencia cientos (si no miles) de temas pop (incluyendo muchos de los temas de The Beatles) o de rock, pero ese mismo estudiante necesitará muchos años más para poder ser considerado un músico "de jazz" solvente.
Por otra parte, eso no hace del jazz un género mejor ni peor que cualquier otro, ni significa que los músicos de jazz sean mejores ni peores que los demás (por mucho que alguno que otro estirado jazzista advenedizo así lo crea, que de todo hay en la villa del señor). En la música, y en el arte en general, mayor complejidad no equivale a mayor valor, es más, muchas veces es todo lo contrario. A mi eso también me parece algo obvio, y creo que en esto creo que estamos todos de acuerdo, o al menos así me lo parece leyendo a unos y a otros.
En resumen, que me lío:
- La complejidad musical sí es, por lo menos hasta cierto punto, cuantificable
- La calidad musical no es tan fácilmente cuantificable, aunque también hay parámetros bastante objetivos de calidad musical. Cada cual es muy libre, faltaría más, de encontrar que la música de Pat Metheny aburre a las ovejas, pero si alguien dice de ese hombre que es un mal guitarrista, habrá que concluir que esa persona no tiene ni la más remota idea de música. Lo mismo si alguien viene diciendo que Enrique Iglesias es un buen cantante.
- Por último, las preferencias personales de cada uno son totalmente subjetivas (excepto en el caso de los Kerrungbin de marras, claro, que son objetivamente más malos que un dolor).